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El valor de las personas (II) o cómo me hago valer

competencias profesionalesEsta parte dos es absolutamente necesaria al anterior artículo.  Porque si decía que el valor de una empresa son sus recursos humanos y si señalaba que en el ámbito empresarial español no suele ser éste un punto fuerte (debe ser marca España el hecho de valorar más lo que no tenemos o lo de «fuera»), ahora queda ver y analizar la parte más individual, es decir, la parte en la que vemos el valor que el trabajador se otorga a sí mismo y cómo esto revierte en la empresa.

Porque no neguemos una cosa básica y primordial: el trabajador/a debe aportar algo a la empresa, y no sólo tiene que ser su trabajo.  No hablo aquí ni de implicación ni de presentismo laboral ni de la idea tan española ella de darlo todo por la empresa.  Hablo de capacidad de formar parte (y sentirse parte) de un ente empresarial (da igual que sea una panadería de 2 empleados que una multinacional) y de trabajar para un fin común, que es la calidad del trabajo desarrollado en global y, por ende, la competitividad y sostenibilidad de la empresa.   Porque hoy en día, una empresa que no tenga un equipo de trabajo que esté orientado al logro y que busque la mejor manera de optimizar lo que esa empresa desarrolla y genera, que no trabaje a la par de una manera adaptativa y cualitativa, puede que se encuentre de pronto en una posición de desventaja en cuanto a la competencia.

Así pues, llegamos al tema importante, que es el de cómo me hago valer en mi ámbito laboral.  En cualquier puesto de trabajo de cualquier parte del mundo y de cualquier sector un trabajador/a se hace valer cuando:

  1. Trabaja en su puesto de trabajo.  Aunque suene redundante, es así, y hay que desatacar el punto de trabajar en su puesto, no en el del compañero/a dejando de lado el suyo propio.
  2. Sonríe y es cercano en las relaciones con sus compañeros/as.  No queremos nadie un compañero/a arisco, tristón o malcarado, que ponga trabas a las tareas más sencillas, pero tampoco queremos a nadie que se entrometa de forma brusca y burda en la vida personal del resto.
  3. Que sea facilitador y optimista en el desarrollo de las tareas.  Esto se traduce en que, por ejemplo, se preocupe en buscar alternativas y vías para optimizar procesos o relaciones entre departamentos y que no vea en esto una terrible complicación.

Y si a esto añadimos cosas como que sea una persona proactiva, autónoma, que tenga interés en formarse, dinámica, implicada, motivada, etc pues ya tendremos al/la empleado/a del año.  Pero si nos quedamos en la parte más básica y por ello, la más importante,  donde realmente podemos incidir de forma consciente, descubriremos que todos y todas podemos aportar valor a la empresa y hacernos valer, que muchas veces esperamos el reconocimiento externo cuando ni siquiera nosotros/as mismos/as nos lo damos.  Para aportar valor primero tenemos que ser capaces de sentirnos valiosos y como todo en la vida, es cuestión de proponérselo, de ser constante y sobre todo de creer en las capacidades de cada uno/a.

2 comentarios en “El valor de las personas (II) o cómo me hago valer

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