De un tiempo a esta parte seguro que todos/as en mayor o menor medida hemos oído hablar de los certificados de profesionalidad, de las cualificaciones profesionales y unos cuantos términos más que probablemente no acabamos de tener claros. Así pues, vamos a clarificar términos, conocer para qué sirven y sobre todo, saber de qué manera me afectan.
Los primero de todo, vamos a definir conceptos. Los certificados de profesionalidad tienen como fin acreditar con carácter oficial las competencias profesionales que capacitan para el desarrollo de una actividad laboral con significación en el empleo. Dentro de los certificados nos encontramos por un lado con el concepto de competencias profesionales, que se definen como el conjunto de conocimientos y capacidades que permitan el ejercicio de la actividad profesional conforme a las exigencias de la producción y el empleo, y por otro con las cualificaciones profesionales, el conjunto de competencias profesionales con significación para el empleo que pueden ser adquiridas mediante formación modular u otros tipos de formación así como a través de la experiencia laboral. Viendo las definiciones una detrás de otra ordenadas por orden jerárquico se puede ver que el certificado de profesionalidad es la acreditación oficial de que poseo los conocimientos y capacidades necesarios para poder desempeñar un puesto de trabajo determinado. Así visto probablemente no veamos sentido a esto, pues al fin y al cabo, se equipararía a un título de formación. La diferencia viene en la manera en la que obtenemos esa acreditación y lo que significa.
El sistema educativo a fecha de hoy está dividido en varios niveles de cualificación:
- Programas de Cualificación Profesional (PCPI, antigua Garantía Social), que correspondería con un nivel 1.
- Títulos de Grado Medio (nivel 2) y Superior (nivel 3) de Formación Profesional
- Titulaciones Universitarias de Grado (nivel 4), Posgrado, Máster y Doctorado (nivel 5).
A mayor nivel, mayor grado de complejidad. Estos títulos se obtienen de manera habitual mediante la realización de la formación correspondiente, con los requisitos específicos para cada uno de ellos y limitaciones (información completa sobre esto en todofp.es) Aquí es donde difieren los certificados de profesionalidad. De manera tradicional, para yo poder certificar de alguna manera que tengo los conocimientos para desarrollar un puesto de trabajo o unas tareas concretas, me formaba y obtenía el título que así lo certificaba. Pues bien, los certificados de profesionalidad buscan dar valor justo a la experiencia laboral y a toda aquella formación no formal que haya podido ir adquiriendo a lo largo de mi experiencia y vida profesional. El objetivo es que una persona que tiene años de experiencia en una profesión concreta pueda profesionalizarse, valga la redundancia, obteniendo una certificación que a todos los efectos y ante cualquier circunstancia demuestre que esa persona tiene las competencias profesionales que capacitan para el desarrollo de una actividad laboral. De alguna manera, a través de esta idea (que no es nueva ni exclusivamente española…) se quiere conseguir algo tan lógico pero tan poco real como que la formación vaya de la mano con el empleo. Además, unifica criterios haciendo reconocibles y visibles las competencias, promueve la movilidad de los trabajadores en la medida que facilita el reconocimiento de su cualificación (reconocimiento válido tanto en España como en los países europeos) y permite reconocer la experiencia laboral y otras vías no formales de aprendizaje concediéndoles un valor en los sistemas formativos. En definitiva, sirve para clarificar, evitar desigualdades en los procesos de selección o de distribución de funciones y tareas…
Dado que va de la mano de la Formación Profesional, se distribuye en las mismas familias profesionales que ésta: un total de 26 que recoge toda la oferta.
Para poder obtener un certificado de profesionalidad debo pasar por un procedimiento de evaluación donde se va a valorar mi experiencia profesional (mediante informe de vida laboral), mi formación (mediante la presentación de títulos de formación tanto reglada como no) y mis competencias (mediante entrevistas). Cada convocatoria se publicará en los boletines oficiales correspondientes, así que para estar al tanto lo mejor es ponerse en contacto con la delegación del Instituto Nacional de las Cualificaciones de mi comunidad autónoma.
Sin duda alguna, todo esto es mucho más complejo e intrincado, por eso os animo a informaros si tenéis experiencia profesional en campos de los que no tenéis una titulación oficial como tal. Un certificado de profesionalidad no es un curso, es la demostración de que sé desempeñar un puesto de trabajo, y eso, cada vez más, es muy importante.